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Los arcos y las letras, las dos pasiones de Carolina

octubre 19, 2018

Por: Duver Pérez

Sus ojos brillan y sus manos no paran de moverse. Las palabras salen de su boca estrepitosamente, una tras otra; no es afán –no creo que piense en el tiempo–, existe algo que la incita a hablar con tanto interés como el deporte que practica: la literatura. Entrevista con Carolina Posada, una joven promesa colombiana del tiro con arco.
 
Las dos veces anteriores que me topé con Carolina Posada, una joven deportista de figura y contextura mediana –1.65 metros de estatura–, reflejaba timidez e inocencia. La primera vez que conversé con ella fue en un programa deportivo de la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia, y allí, en compañía de Natalia Sánchez, respondía lo justo a cada una de las preguntas. Se le notaba el temor al hablar frente al micrófono y al final de la entrevista agradeció a Natalia por haber estado junto a ella en la cabina.
 
La segunda vez que la vi fue durante una rueda de prensa. La conversación fue menos formal –se podría decir que parecíamos amigos–, charlamos sobre el Campeonato Nacional de Tiro con Arco de Cali, luego le tomé un par de fotos, me despedí y me alejé. Ella siguió en el mismo sitio y de vez en cuando posaba al fotógrafo que se le acercaba, respondía preguntas a los periodistas y al final les brindaba una sonrisa.
 
En esta ocasión me recibe en su casa. Su madre Rocío Restrepo me abre la puerta, me saluda amablemente y luego llama a Carolina. Al instante ella sale de su habitación y nos sentamos a conversar en los muebles de la sala.
 
La arquera antioqueña nació el 13 de marzo del 2000 y a pesar de que sus primeros años de infancia los dedicó al patinaje, rápidamente se interesó por el tiro con arco y hoy por hoy es una de las grandes promesas del Recurvo femenino del país.
 
¿Cómo llegaste al tiro con Arco?
 
En el colegio teníamos las extracurriculares después de la jornada escolar, yo inicié en patinaje. Un día nos llevaron a la unidad deportiva de Indesa, en Sabaneta, y vi a unas personas que salían con los arcos y las flechas, eso me causó mucha curiosidad y me decidí a practicarlo.
 
¿Por qué un deporte tan tranquilo llama la atención de Carolina?
 
Yo soy una persona muy callada, pasiva y que aprecia el silencio y el tiro con arco tiene muchas de esas características.
 
¿Qué papel han jugado en tu carrera deportiva Dayron Jaramillo y Diego Torres?
 
A Dayron le debo casi todo, él fue quien me inició y me impregnó el amor a este deporte, y Diego fue mi primer entrenador en la liga. También tengo que mencionar a Alejandro Arango y Adolfo Peláez; Alejo me ayudó mucho con la ansiedad en la competencia y Adolfo hacía mucha referencia a la felicidad, la felicidad que nos debe dar este deporte.
 
Ya que mencionas la palabra felicidad, en los Juegos Departamentales de Chigorodó (2014), tuviste la oportunidad de experimentar ese sentimiento. Ganaste siete de las nueve medallas que obtuviste en Sabaneta, por lo que fuiste catalogada como la reina de los juegos.
 
Esa experiencia fue inexplicable porque empecé a ganar las medallas y cuando vi que tenía siete, no me las creía.
 
Y en 2015 repetiste la hazaña…
 
El objetivo era mantenerse y gracias a Dios eso se pudo lograr.

Cortesía: El Colombiano

¿Cómo alternas la vida académica y la vida deportiva?

 
Lo vuelve a uno muy disciplinado, incluso mi promedio académico ha mejorado desde que estoy practicando tiro con arco.

A medida que la conversación avanza, Carolina se va haciendo más cercana. La comodidad de su casa le permite conversar con frenesí acerca de la otra pasión que antecede al tiro con arco: la literatura.
 
Cuando le pregunto cuál fue el primer libro que leyó, espero que mencione simplemente el título de algún libro y el nombre del autor, pero presencio otro acto: sus ojos brillan y sus manos no paran de moverse. Las palabras salen de su boca estrepitosamente, una tras otra; no es afán –no creo que piense en el tiempo–, existe algo que la incita a hablar con tanta pasión y es simple: está describiendo su primer libro, su primera lectura. Relata la trama de En la Línea Recta, de Martín Blasco.
 
Mientras  describe la trama del libro que tiene como portada a la Pantera Rosa, no hay ningún atisbo de la señorita tímida.
 
“El libro habla sobre una familia que perdió a su padre, por lo que el hermano mayor se ve obligado a trabajar (…), se disfraza de la Pantera de Rosa, se enamora de una jovencita que es como Bob Esponja y a él le toca lidiar con la madre que es depresiva y el hermano menor que es agresivo. Es excelente”, afirma.
 
Con este libro se topó cuando tenía doce años y me sorprende la lucidez con la que lo recuerda.
 
¿Cuál fue el último libro que leíste?
 
Me leí la saga de Harry Potter, me entretuvo y es muy fácil de leer. No tengo un género favorito. Hace pocos días me leí El diario de Ana Frank y ahora me estoy leyendo Diario de un Loco, de John Katzenbach.
 
Nos movemos de la sala a su habitación, donde tiene una pequeña biblioteca. Varias obras clásicas están allí, pero debajo de una repisa saca una copia de Prosas Para leer en la Silla Eléctrica, del fundador del Nadaísmo Gonzalo Arango. Esta copia se la regaló un profesor del colegio.
 
Desde hace un tiempo he seguido la obra del fallecido escritor de Andes y como era de esperarse, la conversación se encarrila por ahí. Hablamos de la prosa del nadaísta, de la historia de la hostia y la catedral, de sus poemas escritos en papel de baño. No sé si ella o yo estamos más cómodos hablando del tema y mucho más plenos gracias al vaso de helado que doña Rocío, su madre, nos acaba de servir.
 
Van siendo las nueve de la noche y el reportaje que pensamos, sería corto, termina siendo una conversación de flechas y letras algo extendidas.
 
Saco mi cámara y le tomo algunas fotos con sus medallas y con el libro de Katzenbach. Volvemos a la sala y seguimos conversando sobre las letras de Aliocha. Antes de despedirme le sugiero que vaya al siguiente día a Otraparte, la casa museo de Fernando González, donde harían el lanzamiento de una nueva edición del libro Obra Negra.

Este artículo fue publicado originalmente en la Revista Sole en el año 2016. Actualmente Carolina Posada es estudiante de segundo semestre de Antropología de la Universidad de Antioquia, alma máter que está representando en los Juegos Universitarios Nacionales 2018.

Federativamente compite en la categoría juvenil, está realizando ciclo olímpico y espera representar al departamento de Antioquia en los próximos Juegos Nacionales.
 

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