octubre 18, 2018
Por: Rodrigo Pérez.
El de un hijo putativo, como José con Jesús, con ese cariño y agradecimiento ve Julián David Hernández Pérez, jugador de fútbol sala, a Juan David Acevedo, su tocayo, su mentor... no solo en el ámbito deportivo, sino también, en formación de vida.
Cuando tenía solo siete años de edad le asesinaron a su madre en una cancha del barrio donde actualmente vive y que pertenece a la comuna 2 de Medellín: Andalucía La Francia. Dicho suceso significó una pérdida irreparable para su vida y que tuvo refugio, inicialmente, en las malas amistades, combos y drogadicción. ‘Probé desde la droga más pequeña hasta la más grande y peligrosa’, afirmó.
Las luces en el camino o las puertas que se abren siempre llegan en forma de personas. Fue ahí cuando apareció Juan David, que además de su ‘profe’ en los diferentes equipos donde jugaba, le inculcó el estudio como la formación más importante del ser humano y que forma el criterio, incluso para salir de un mal camino, una mala racha o superar una adversidad.
Julián David cursa dos carreras actualmente, con becas que se ha ganado por su rendimiento deportivo: licenciatura en educación física en el Politécnico JIC y terapia respiratoria en la Fundación Universitaria Autónoma de las Américas. Una en séptimo semestre y la otra en tercero, respectivamente.
Jugador callejero, corazón de acero
Conocí al profe Juan desde que estudiaba el colegio en el Inem de El Poblado. Desde ahí empezó mi travesía en las aulas de clase y con el balón. Tanto así que desde 2011 integro la Selección Antioquia de Fútbol de Salón y ya fui campeón de la Copa Lobertadores de dicho deporte’, señaló con orgullo.
También tiene títulos con Bello Innovar 80 y sus condiciones técnicas se notan desde que pisa el balón, levanta su mirada y enfoca el arco para sacar su potente remate de derecha. En el debut de su universidad (Autónoma de las Américas) en los Juegos Universitarios Nacionales, vencieron al representativo del Espinal, Tolima, con triplete de Julián, o ‘Juliancito’, como le dicen desde niño.
Otras de las personas importantes en su vida, según él, son su abuela materna: Rosalba Echeverri, que vive en Villavicencio, Meta, al sur de Colombia y a quien sueña visitar a fin de año cuando sus labores académicas y deportivas se lo permitan. Además de su tío, Nelson Hernández. ‘Desde niño estuvo ahí para acompañarme a los partidos y hasta darme pasajes... Mi tatuaje en el brazo izquierdo no miente: soy jugador callejero y de corazón de acero’, mencionó.
Julián, nombre de origen latín y de raíces fuertes, sueña que la vida le dé mucha salud para cumplir sus sueños. Que su madre desde el cielo se sienta orgullosa de él, sus seres queridos y por supuesto, el ‘profe’ Juan David Acevedo, del que asegura: es su segundo papá, incluso más que el primero’.
